Te sueltas en un alud de arenas
y te sostengo
con mi enclave de piedras.
Tus pupilas terrosas,
tus respiros
de polvo adormilado,
tus burbujeos
de lodo que se seca.
Rozas, bajas, la montaña
en tu sueño
de tierra erosionada.
Un charco de labios da pausa
a las siestas brumosas,
que incorporan tu relieve jocoso
de finita inmaterialidad.
En contracciones de tierra muerta
gasificas tu potencial de concreto
diluyéndote en inconsciencia
Mientras mi mano sostiene una cabeza
Que de tu cuerpo rocoso
se despeñó.
Soplas tu sustancia
de minerales y piel muerta.
Inhalo tu naturaleza fallida
y en mis pulmones
sedimenta una persona dormida.