Nunca fue un pétalo avanzando dentro de su tiempo en los jardines que añora la flor,
ni más acá, ni en ningún lugar estalla en rayo como una luz,
que la atraviesa de pura invención de sonreírle a la tibieza de su propia sombra.
Se sube a veces la verdad,
/que es el camino/.
Un lago inmenso de la noche
trata de entender lo claro
conspirar contra lo invencible
para arder como despierta.
Y cuando esto ocurre se acerca despacio
a las voces de los niños, esa que sabe nadar entre la niebla y el olvido.
Un perder y un encontrarse son las letras del poema, ese conjunto de palabras
donde la tierra vive como resabio de lo que está oculto a cualquier ojo.
Pero también hay hastío
equivocaciones que se hacen desvelo
impedimento de pintar las estrellas del monte,
el atajo silencioso y todo parece una mentira.
Sin embargo llegaron ellos como espectros de puro sol
traían la vida en los hombros
desde los rincones del mundo
volviendo del pasado envueltos en vientos del Egeo navegadores del cielo
argonautas del presente para decirnos quiénes somos.