Como un aire fresco
que llega una vez sola,
necesito el río.
Los pies desnudos sobre la arena,
y entre las piedras,
ver irse el agua
dorada por la siesta.
Necesito el río,
que la corriente se lleve
las primeras hojas del otoño
y estos restos que anidan,
en la orilla de mi espalda.
De “La luz extraviada” (inédito)
Gabriela Bayarri, Córdoba, Argentina