Lo burdeles del hampa
están llenos de niños,
sedientos de tragedias
y comedias del viaje,
las niñas insolentes
venden su imberbe cuerpo,
a sedientos manteles
en harapientos cepos,
donde la fútil caricia
sobre inocentes senos,
hierve en la falsa delicia
de locos aparejos,
los niños con un arma
son plumas eructantes,
haciéndole mandados
a sátrapas bandidos,
sicarios sin la barba
escupen el morral,
de balas en la hebilla
del crujiente bazar,
sus pechos, sus ombligos
aún no han sanado,
inocentes pistilos
de pétalos vejados,
agujeros dementes
en sombras esparcidas,
vacíos ya deformes
sin vida propia, heridos,
tragos salobres
dietas del miedo,
encadenados ojos
tristes y mudos besos,
atropellos sensibles
de insolentes afanes,
donde la vida pasa
y acaba en un suspiro,
cautivos y condenados
en juegos caprichosos,
fantasmas escondidos
en los niños sin voces.