Antes de morar en esta aciaga Torre
donde mis demonios administran
una hacienda de congojas
(paria trágico en la agonía de su ocaso
místico de ningún dios ─apóstata y devoto─
que ostenta el cadáver insepulto
de su entusiasmo)
yo había cruzado mil desiertos
sin más destino que yo mismo
arrastrando los horizontes y los equinoccios
bajo el cielo de la indiferencia
exacerbando el lenguaje con catástrofes mínimas
y un sosiego inútil
de mineral equivocado.
Mucho antes de que mil soles estallaran
adentro de su caverna
y frente al negro hocico de la existencia
fundaran la aurora del Gran Estilo
erré por mil dialectos imposibles
por mil oscuras lenguas y en mil formas
no compartidas
buscando una palabra que no es desierto…
que no es arena… ni alacrán… ni exilio…
Dulce caravasar de estas horas lentas
como dunas…
de este pensar lento… camello azul del tedio…
jorobas de tristeza…
de esta sed lenta de parásito…
garrapata de tinta…