luna, ojo de lo Arcano.
sol, pulpa del estío.
la noche, a mil cerrojos, por dentro arde.
y la combustión es aún más poderosa
que su propia voluntad por extinguirse.
la luz es la obscuridad que nuestros ojos ven.
amamos el mundo con una voluptuosidad de ciegos.
el día, amortajado por su aurora,
picotea el alma con un quiquiriquí de siglos.
la noche no resucita, pues es eterna.
(Perteneciente al libro Cazamariposas, 2006)